Danzad, danzad... benditos.

No quise saber cómo iba a ser su vestido porque prefería que me sorprendiera, como así fue. Génova es de esas amigas a las que ves de pascuas a ramos pero sabes que está siempre ahí. La conozco desde hace más de 20 años; nos hicimos amigas en el mejor sitio posible para hacerlo, la Escuela de Arte de Oviedo, en los fabulosos 90.

Cuando me dijo que estábamos invitados a su boda y que quería que le hiciéramos nosotros el reportaje nos hizo mucha ilusión, porque sabíamos que disfrutaríamos por partida doble. Sólo faltaría su querida galga Gea, aunque estuvo presente, al menos, en las invitaciones.

Llegamos al hotel y aún estaba en el baño, le ayudó a ponerse ese fantástico traje diseñado por ella misma en color plata, Carmen, su madre. La ceremonia se ofició en el ayuntamiento de Oviedo y después nos fuimos a hacer el ganso al mítico Danny's Jazz, de un amigo de la pareja. Allí se pusieron a tocar, a bailar una especie de pericote rockero y hasta a subirse en la famosa vespa.

Nos vinimos tan arriba que les propusimos sacar los butacones para hacer una foto en medio de la carretera. Geno nos miró entre "me lo esperaba viniendo de vosotros" y "estáis locos", pero Ale se vino tan arriba como nosotros y dijo: "Vamos".

Y allá que nos fuimos cargando los butacones, y aprovechando los verdes del semáforo de los peatones para conseguir una buena imagen y unas risas. La fiesta la terminamos en Casa Fermín; degustando, entre otras cosas ricas, esos maravillosos vinos de los que tanto sabe Ale, que para eso es el experto.

Un encanto de pareja...